lunes, 30 de abril de 2012

ESCUELA AUSTRÍACA O ESTUPIDEZ. QUE PAGUEN LOS RICO$

Me habían hablado de un grupo de progresistas que defienden que paguen los ricos la crisis. Busco en internet y me encuentro a un economista de la escuela austríaca, seguidor del profesor Huerta de Soto, el señor Juan Rallo que publica sus artículos en Libertad Digital. Este profesor recibió un premio hace poco de la señora Esperanza Aguirre:   el Premio de Investigación Julián Marías 2011 a la carrera científica y a investigadores de menos de 40 años.


Veamos lo que escribía al respecto de que paguen los ricos.



Una de las principales críticas que se dirigen contra el capitalismo es la desigual distribución de la riqueza. Los hay muy pudientes y los hay muy desharrapados, de modo que aparentemente la equidad exigiría que parte de la riqueza de los primeros fuera a parar a los segundos para nivelar las diferencias: al cabo, los acaudalados ni siquiera lo notarían y los más pobres obtendrían suculentos beneficios.
De hecho, éste es en parte el propósito de nuestros modernos Estados del Bienestar y, asimismo, ésta es la receta mágica que algunos propugnan para lograr atajar los déficits públicos actuales sin recortar el "gasto social": recuperar o subir el impuesto sobre el patrimonio y sobre sucesiones, crear un impuesto para las grandes fortunas, gravar con mayor intensidad las rentas procedentes del ahorro... Pero, ¿realmente nos conviene que toda la fiesta la paguen los más ricos? Mejor dicho, ¿qué significa exactamente eso de que "paguen los más ricos"?
Muchas veces –demasiadas– tendemos a simplificar la realidad económica en imágenes o conceptos que nos resulten manejables y que podamos entender. Cuando pensamos en una persona rica, nos imaginamos de inmediato a un individuo que, cual Tío Gilito, tiene piscinas llenas de oro (o de dinero fiduciario) que le permiten comprar cualesquiera bienes y servicios. La redistribución de la renta, por consiguiente, sería algo tan fácil como arrebatarles unas poquitas monedas de oro a los tíos gilitos para dárselas a los carpantas de este mundo.
El problema es que la estampa no resulta en absoluto realista. Los ricos no son unas personas que tienen muchísimo dinero en el banco, sino gentes que poseen un enorme patrimonio en forma de tierras, inmuebles o, sobre todo en nuestras sociedades capitalistas, participaciones en empresas. Cuanto oímos que Bill Gates o Warren Buffett poseen zillones de dólares, no es que acumulen entre los dos el 99% de todos los dólares en circulación, sino que su cartera de propiedades y empresas (como Microsoft o Coca-Cola) alcanza un valor de mercado de zillones de dólares.
Y, ahora, deténgase a pensar un momento. ¿Por qué Microsoft o Coca-Cola valen lo que valen? ¿Porque tienen ambas un almacén gigantesco repleto de miles de millones de sistemas operativos y de latas de cola? No precisamente: las mercancías presentes de esas compañías son una minúscula parte de su valor de mercado; a fecha de hoy, por ejemplo, Microsoft tiene un valor bursátil de 204.000 millones de dólares y sus inventarios apenas ascienden a 1.000 millones; Coca-Cola asciende a 150.000 millones con unos inventarios de apenas 3.000. ¿De dónde viene entonces el enorme valor de mercado de estas empresas que convierte a sus principales propietarios en los hombres más ricos del planeta?
Pues de los bienes que se espera que produzcan dentro de 5, 10 ó 20 años. Dicho de otra manera, Microsoft, Coca-Cola (y todas las demás empresas) no son valiosas por lo que han producido hasta la fecha hoy, sino por lo que producirán mañana. Es más, me atrevería a decir que ni siquiera derivan su valor de lo que producirán mañana, pues nadie, ni siquiera Bill Gates, sabe qué productos sacará a la venta Microsoft dentro de 20 años (en el caso de Coca-Cola este juicio predictivo resulta algo más sencillo). El valor de las compañías –y por tanto, el patrimonio de los "ricos"– procede de su capacidad para generar, mantener y ampliar un modelo de negocio que sirva al consumidor mejor que sus competidores, esto es, de su capacidad para generar beneficios de manera sostenida a lo largo del tiempo (lo que en términos contables se conoce como "fondo de comercio" o Goodwill).
Por desgracia para los redistribucionistas, esa capacidad de generación futura de beneficios no puede consumirse en el presente (no nos podemos beber los millones de litros de cola que se fabricarán en el año 2025), de modo que para perseguir fiscalmente a los ricos sólo quedan dos opciones: o quedarse con una parte de la renta que su patrimonio genera en el presente o apropiarse directamente de una porción de ese patrimonio (de sus empresas, inmuebles, tierras...).
Lo primero es lo que consiguen los impuestos sobre la renta (IRPF o Sociedades): parte del valor monetario de la producción anual (beneficios, rentas de alquiler, intereses...) se transfiere al Estado y éste presuntamente lo redistribuye entre la población. El perjuicio más evidente de este tipo de tributos es que, por un lado, minoran los recursos a disposición de capitalistas y empresarios, que podrían haber sido reinvertidos en la generación de más bienes de consumo futuros (nos volvemos más pobres de lo que podríamos haber sido); por otro, disminuyen la remuneración que recibe el capitalista por asumir riesgos al invertir y por retrasar la satisfacción de sus necesidades al ahorrar.
Pero acaso resulten más dañinos los segundos tipos de impuestos: los impuestos sobre el patrimonio y las herencias. En este supuesto, si el monto del impuesto supera al de la renta anual generada por el patrimonio productivo, el capitalista tendrá que desmembrar y liquidar parte de ese aparato productivo, socavando así su producción de riqueza futura para los consumidores.
Imaginemos, para entenderlo, que con una caña de pescar podemos recoger 100 pescados al año y que el valor de mercado de esa caña es de 600 pescados. Si consideramos que el propietario de la caña es un rico capitalista comeniños al que hay que esquilmar fiscalmente, podemos imponerle, por ejemplo, un tributo sobre la producción anual de pescado del 50%, de modo que cada doce meses deberá entregarle al Estado 50 pescados. Como consecuencia, el pescador dispondrá de 50 pescados menos cada año para fabricar nuevas cañas e incluso, dependiendo de la magnitud del impuesto (imaginemos uno del 90%), podría llegar a plantearse dejar de pescar.
Ahora supongamos, en cambio, que se aprueba un impuesto del 20% sobre el patrimonio del pescador (sobre el valor de mercado de su caña de pescar), de modo que cada año deberá entregarle al Estado 120 pescados. ¿Cómo podrá hacerlo si su producción anual es de 100 pescados? De ninguna manera: simplemente esos 20 pescados extra que exige el Estado no existen (pues se producirán a lo largo del próximo ejercicio). Como mucho, el pescador podría tratar de vender una parte de la caña con un valor de mercado equivalente a 120 pescados... si es que hay algún otro malvado e insolidario capitalista que tenga ahorrados físicamente esos 120 pescados.
Sin embargo, recordemos que el mayor valor de las empresas no deriva de sus bienes de capital físicos, sino de la correcta ordenación de éstos para seguir generando beneficios en el futuro. ¿Qué sucederá si el sistema fiscal comienza a trocear y a redistribuir, no ya unos bienes de consumo que no existen, sino partes sueltas de una empresa? Pues que la capacidad de generación de bienes de consumo futuros por parte de esas compañías se desmoronará. Vamos, que no van a seguir produciendo la misma cantidad de bienes pero de manera más fragmentada; no, se destruirá riqueza en términos absolutos. Lo contrario sería como cortar la caña de pescar en 10 trozos y esperar que cada uno de esos trozos siga pescando 10 peces cada año: no, una vez destruida la estructura de la caña de pescar, su capacidad para extraer peces desaparece. Lo mismo sucede con las empresas: una vez desmembrada la armonía entre sus distintas partes, su capacidad para producir en el futuro bienes y servicios que satisfagan a los consumidores, se esfuma. ¿O acaso creen que cada uno de los bienes de capital de Apple (ordenadores, formación de los trabajadores, edificios, mesas, saldos de tesorería...) seguirá siendo igual de productivo si pierde sus sinergias con el resto de la compañía y si deja de estar bajo la sabia dirección de Steve Jobs? Obviamente no: pasarán de generar una enorme riqueza a morirse de asco sin contar con casi ninguna función.
Por eso, el margen para que "paguen los más ricos" es tan estrecho. No ya porque el capital sea bastante móvil y pueda huir con relativa rapidez de aquellos Estados que lo quieren confiscar, sino porque la tributación de las grandes fortunas es literalmente merendarse la gallina de los huevos de oro. Si queremos dividir en 10 trozos una caña de pescar con un valor de mercado de 600 pescados, no obtendremos 10 trozos con valor de 60 pescados, sino 10 trozos con valor 0. Gravar a los ricos no es consumir hoy parte de la renta presente que tienen almacenada en algún banco suizo; tampoco es adelantar a hoy parte del consumo que habríamos realizado mañana; no, es consumir unas migajas hoy a cambio de destruir una enormidad de bienes y servicios que se habrían podido producir y consumir mañana.
Pero eh, aquí, como tantas otras veces en la economía, nos topamos con el insalvable obstáculo de que lo que se ve (los progresistas impuestos a los avariciosos ricos) machaca inmisericordemente en el imaginario colectivo a lo que no se ve (la enorme merma de nuestra renta futura).

¿ Creen que esta sucesión de mentiras merecen un premio?  Yo, desde luego, no. Es una simplificación de tal calibre que produce escalofríos. Se puede observar que solo se refiere a la oferta en el ejemplo de la caña de pescar. No he visto peor ejemplo en mi vida. Pero fíjense en la poca idoneidad del ejemplo. La caña de Coca-cola, Microsoft y Apple. Dice que el valor de Coca-cola y Apple son sus ventas futuras, eso es falso de toda falsedad. Soslaya que su valor fundamental es el valor de la propia marca.en todo el mundo, además de su cuota de mercado y su posición distribuidora en todo el mundo. Pero, vayamos un poco más allá, resulta que el propio Buffet reconoce que la causa de la deuda en sus país ( y en el mundo ) es que los millonarios no pagan impuestos, que mientras el paga un diecisiete por ciento de sus millonarios ingresos, su secretaria paga un treinta y pico. Buffet es un empedernido bebedor de Cocacola y además es principal accionista a través de su sociedad de inversión. ¿ Por empedernido que sea, cuántas cocacolas puede beberse el Señor Buffet? ¿ Puede beberse más cocacolas que todos sus trabajadores juntos? ¿ A que no ? ¿ De qué depende que Coca-Cola pueda vender más cocacolas, del dinero no distribuido o del distribuido?  ¿ A que a mayor distribución de la riqueza más mercado para cocacola? .

Pero, vayamos con Apple. Apple tiene más valor en caja, o sea en cash sin distribuir que todo el tesoro de los Estados Unidos. ¿ Este dinero es eficiente para la economía ? ¿ No genera distorsiones en el mercado? ¿ Es un ejemplo de acumulación de riqueza para el resto de la sociedad? Un dinero paralizado, entre otras cosas, porque no puede ser puesto en el sistema de manera eficiente ya que se está generando un problema de demanda. ¿ Por qué no aumenta su capacidad productiva Apple? Porque tiene dudas de que haya mercado, simplemente por eso.

La oferta genera demanda, y viceversa, la cantidad de demanda genera la cantidad oferta, ¿no le explicaron eso en economia?. La meta de una empresa es adecuarse a su demanda.  Sin renta disponible para la oferta puesta en el mercado, el consumo solo es posible con deuda. Por eso, a menor distribución de la renta los mercados se estrangulan, ya que la capacidad de endeudamiento tiene un límite. Si dividimos distribución de la renta en diez percentiles, descubriremos que el ahorro que no se pone en el mercado es, precisamente, aquél que no tiene necesidad de hacerlo ( el del diez por ciento de la población con más renta, que no necesita ni consumir ni prestar, y que en caso de decidirse por lo último, no lo hará si no se le da, cada vez, más interés). Por eso, como decía en el anterior post, y las gráficas lo demuestran claramente, cada vez que el diez por ciento posee el 50 % de los ingresos de un país el sistema colapsa y CRAASSSSSSH.

Ande, Sr Rallo, véase estos videos






Pues bien, sepan que nuestro ministro de economía es seguidor de la escuela austríaca... ¡ Así nos va a lucir el pelo a la mayoría de los ciudadanos !. Y que conste que, merece la pena leerse la teoría sobre el dinero y los bancos del Sr Huerta Soto, explica muy bien cómo crean el dinero los bancos de la nada. Esa es, sin duda, la principal causa de la crisis capitalista junto con la distribución de la renta.

jueves, 19 de abril de 2012

LAS DEUDAS DE LA IRA



Cada día que pasa, más me acuerdo de la novela de Steinbeck, " Las uvas de la ira". La novela trata de los miles de desplazados desde los campos de algodón de Oklahoma  los okies que tuvieron que abandonar sus tierras por acción de la crisis del 29,  de los bancos y las tormentas de polvo. Los okies se dirigieron hacia California como si fueran al paraíso. Se encontraron con el peor de los infiernos. Tratados como infrapersonas en su propio país, perseguidos y explotados. Salvo en muy escasas excepciones, fueron perseguidos,  solo se les buscaba en tiempo de cosecha, reclamando más gente de la necesaria como método de bajar los precios en mitad de recolección, sin que ni siquiera ganaran para comer. Por supuesto, los sindicatos no estaban permitidos y fueron perseguidos violentamente, así como fueron perseguidos los campamentos.

La Gran Depresión tiene muchas cosas en común con la crisis actual. Pero yo creo que es muy esclarecedora la acumulación de riqueza por parte de una minoría de la población, como pone de manifiesto esta gráfica.


Como se observa en la gráfica esta acumulación disminuyó tras la crisis y ello coincidió con un período sostenido de crecimiento económico hasta la llegada de los gobiernos de Reagan. Parece claro que, las políticas neoliberales condujeron a un proceso de falta de equidad fiscal y a un período de acumulación de capital cada vez en menos manos.



Como se ve en la gráfica anterior, los salarios desde el año 1980 a nuestros días apenas sufrieron variación, mientras la productividad por hora trabajada siguió subiendo y subiendo. La solución para que los trabajadores hayan podido seguir consumiendo, comprando casas, automóviles y otros productos fue, sin duda, una mayor dependencia de la acumulación de deuda por parte de las familias. Par ver quiénes han sido los ganadores no hace falta más que irse a la primera gráfica del post.

No hace falta mucha imaginación para ver que en nuestro país ha sucedido algo parecido. El otro día The New York Times decía que el gobierno de Rajoy estaba tomando muy malas medidas haciendo recaer el costo de la burbuja inmobiliaria sobre los trabajadores, sobre la sanidad y sobre la educación; precisamente sobre aquéllas que deberían regenerar nuestra sociedad, su estructura económica y, sobre todo, los valores.

Es muy triste observar las medidas de hoy con el tema de la adquisición de medicamentos, hablando de progresividad y poniendo en la misma horquilla del pago del 50% de la receta a ciudadanos que tienen una renta de 18.001 euros que a otros que tienen de renta 99.999 euros.

Es muy triste observar las medidas en materia educativa, que suponen una degradación laboral para los docentes, y provocando la masificación de las aulas, precisamente en un momento en que España tiene que prestar esos servicios a unas generaciones tan heterogéneas. En Aragón se habla de cerca de 2000 docentes interinos que perderán su empleo. A nivel estatal, se habla de más de 80.000 docentes despedidos.

La excusa, una vez más, es la herencia recibida por este gobierno. Pero creo que no deberíamos olvidar que  en tiempos  de Aznar, con el apoyo del PSOE, decidió entrar en la moneda única vendiendo el patrimonio de empresas públicas rentables. Nos pegó un tiro en el pie y nos ató las manos a la espalda. Decir que eso sólo fue contestado por economistas liberales y por la izquierda real. Los liberales solo criticaron la parte de la entrada en la moneda única, porque vieron que la crisis nos asolaría en diez años, por imposibilidad de compaginar áreas económicas tan diferentes. La izquierda por lo mismo, y porque conocía en qué acababan estas privatizaciones, en un nido de enchufismos que para nada determinaban una mejor prestación de servicios, además de perder patrimonio público. Además se unió la apuesta por el sector constructor, la eliminación de la desgravación al alquiler y, con ello, la pésima asignación de recursos financieros que acabó con la hipertrofia de la economía. Durante un tiempo, lo anterior sirvió para un crecimiento ficticio, pagado con deuda privada, la cual llegado el momento de asfixia derivó en falta de ingresos públicos y, por tanto, deuda pública. La solución a estos problemas se plantea como aplicación del shock friednamita, por dos motivos principales: porque la situación la pintan calva para recortar el sistema público, y porque así se lo exige la ortodoxia que gobierna el mundo. ¿ En que consiste esa ortodoxia? Proteccionismo para las élites, liberalismo para la chusma. Cada recorte del gasto público supone una oportunidad de negocio para empresas privadas en esos sectores.


Si se quiere tener una visión más amplia del porqué del problema de la deuda recomiendo ver los vídeos que circulan por la red del profesor Bernd Senf. Aquí les dejo uno, pero hay varios. Si tienen tiempo, no se los pierdan. Verán como el sistema actual es insostenible.