viernes, 28 de enero de 2011

¿ QUÉ HAY DE LO MÍO ? ( 2 )

Hace un tiempo circuló por la RED unos artículos del que fuera Economista Jefe del FMI, Simon Jhonson. En esos artículos, relataba cómo era la intervención del FMI y qué circunstancias socio-políticas se encontraban en esos países. Este artículo es de hace años, y cuando lo leí me dí cuenta de que aquí iba a pasar lo mismo. Pues a la postre, hemos actuado como un simple país bananero en busca del alcorce imposible.

Pero, vamos a hacer un repaso a lo que decía y saquemos conclusiones y/o analogías.

Lo típico es que estos países están en una situación económica desesperada por una sola razón: sus élites poderosas se excedieron en tiempos de bonanza, y se arriesgaron demasiado. Los gobiernos de mercados emergentes y sus aliados del sector privado suelen formar una estrecha y, en la mayoría de los casos, también refinada oligarquía que dirige el país más bien como una empresa con ánimos de lucro de la que controlan sus acciones. Cuando un país como Indonesia o Corea del Sur o Rusia crece, también lo hacen sus líderes empresariales. Siendo dueños de su pequeño universo, esta gente hace algunas inversiones que benefician claramente al conjunto de la economía, pero también comienzan a hacer apuestas mayores y más arriesgadas. Ellos suponen – en la mayoría de los casos, correctamente – que sus conexiones políticas les permitirá hacer recaer sobre el gobierno cualquier problema sustancial con el que se topen.

Sin embargo, y de forma inevitable, los oligarcos de mercados emergentes se pasan; despilfarran dinero, y construyen enormes imperios de negocios sobre una montaña de deudas. Los bancos locales, a veces presionados por el propio gobierno, se prestan con demasiada facilidad a conceder créditos a la élite y a aquellos que dependen de ella. Siempre la cosa acaba mal cuando se excede al endeudarse con préstamos; sea un individuo, una empresa, o un país. Tarde o temprano, las condiciones crediticias empiezan a apretar, y nadie te prestará dinero bajo condiciones remotamente asequibles.

El espiral vicioso que viene a continuación tiene una caída particularmente empinada. Empresas gigantescas tambalean al borde de la bancarrota, y se colapsan los bancos locales que les prestaron dinero. Lo que antes se llamaban “empresas mixtas públicas y privadas” pasa a ser rubricado como “capitalismo de compinches.” Sin crédito disponible, le sigue un parálisis económico, y las condiciones sólo recaen de mal en peor. El gobierno se ve obligado a tirar de sus reservas en divisa extranjera para pagar las importaciones y los intereses sobre la deuda existente, y cubrir las pérdidas privadas. Pero tarde o temprano estas reservas se agotan. Si el país no puede enmendarse antes de que pase aquello, acabará incumpliendo su deuda estatal, y se convierte en un paría económico. El gobierno, en su carrera para detener la hemorragia, por lo típico se ve obligado a eliminar algunos de sus iconos nacionales – ya que sangran liquidez – y normalmente también a reestructurar un sistema bancario gravemente desequilibrado. En otras palabras, tendrá que estrujar como mínimo a algunos de sus oligarcas.

Sin embargo, rara vez resulta el estrujar a los oligarcas la estrategia preferida por gobiernos de mercados emergentes. Más bien lo contrario: al principio de la crisis, los oligarcas suelen estar entre los primeros que reciben ayudas extra del gobierno, por ejemplo mediante un acceso preferente a divisas extranjeras, o quizá una buena reducción de impuestos, o bien – y ésta es una técnica de rescate financiero clásica del Kremlin – la asunción de deuda privada por el gobierno. Bajo coacción, la generosidad hacia los viejos amigos puede adoptar muchas formas innovadoras. Y entretanto, teniendo que estrujar por lo menos a alguien, la mayoría de los gobiernos de mercados emergentes ponen su mirada primero en la gente común y trabajadora – al menos, hasta que se conviertan en demasiado generalizados los disturbios.

No hace falta mucha imaginación, ¿ verdad?, para buscar las analogías a España y Aragón. Las alfombras rojas a determinados empresarios, sus ropajes de eminencias empresariales, su declive y acabamos sacando las castañas del fuego con nuestras cajas (NOZALEDA EN ARANGON). Los grandes negocios, los monopolios, los agentes urbanizadores, y ahora las cajas arruinadas, el país intervenido de facto, negociando con unos sindicatos la rendición de los trabajadores, pasando por la extensión de la economía sumergida, el desempleo masivo, la poca competitividad del país.

Los disturbios todavía no los hemos visto, y es que en esa refinada oligarquía figura también un clase corporativo-institucional que es capaz de firmar el tardopensionismo. Por algo
en estos momentos estamos firmando el armisticio, la paz de Westfalia por la que el Estado de bienestar, la protección social sucumbe ante las exigencias de los acreedores del país.

Y es que, lo que tendría que haber aprendido Rodriguez Zapatero en dos días es que :

" La banca te da un paraguas cuando no llueve, y te lo quita cuando llueve ".





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